viernes, 16 de marzo de 2018

CARLOS TÉVEZ SE FUE DEL FÚTBOL HACE YA UN TIEMPO PERO TODAVÍA NO LO ACEPTA. SOLO LA INERCIA -HACIA EL DETERIORO- LO IMPULSA. GRAN TRISTEZA GRAN.

Carlos, Carlitos, fue uno de los mejores que ví.
Y probablemente el único que puede exhibir con orgullo su condición de ídolo en Ligas tan distintas y distantes como la Premier, la nuestra, la brasileña o el mismísimo Calcio.
Son pocos los que han sido figuras/ídolos/campeones, en todas esas Ligas. Debe haber, pero aquí en Argentina, forma un grupo de Uno.

Puede que su presencia física nos mueva a engaño.
Se pone la 32, juega de 9 o de falso 9 o de "enganche" o de lo que fuere.
El Apache está ahí.
Estuvo la otra noche en Mendoza.
Lo vemos.
Percibimos su presencia.

Pero la Fiera no está.

Tévez se fue cuando decidió irse a China.
En ese momento DEJÓ el fútbol profesional.
La última nafta (premiun por cierto) la gastó cuando volvió de la Juventus tras la derrota con el Real Madrid para ser campeón con Boca.

Si ustedes hacen memoria, TÉVEZ se despidió.
Eligió una nota en el campo de juego para avisar a todos que se iba.
No se iba SOLO DE BOCA.
Se ESTABA YENDO DEL FÚTBOL.
A China.
A ganar una tarasca que es casi imposible gastar en una vida.

SE FUE.
DEJÓ.
SE DESPIDIÓ.

No era la primera vez que Tévez ponía en práctica la idea de, efectivamente, mandar todo al carajo.
Ya lo hizo en 2011 cuando marrò el penal contra los uruguayos en aquella calurosa noche de Santa Fe.

Llamó a Julio Grondona y pidió que lo excusaran si no jugaba más en el seleccionado argentino de fútbol.
Pidió comprensión.
La tuvo.

Quería irse y fantaseaba con largar todo.
Luego rebobinó, bajó de peso y siguió jugando.
Hasta fue campeón con la Juve.

Era el momento de volver a Boca y gastar los últimos cartuchos.

Lo hizo.
Y con lo justo, logró el campeonato.

Entonces apareció China. La excusa perfecta para tomarse el buque embolsando 40.000.000 de dólares en dos años.

Pero no hubo caso.
No se bancó China y volvió.

Obvio que Angelici se restregó las manos pensando en un aliado -hasta en lo político para beneficio Pro- que estaba pidiendo pista para volver.

Ambos metieron la pata.

Angelici por ambición personal; el otro por no aceptar que no tiene más ganas de jugar.

Solo puede -Carlitos- amagar.
Amaga cuando le hace un gol a cualquiera que va a descender en la Bombonera.
Amaga cuando declara que en "la selección juegan hombres" ante la aparición de Lautaro.
Amaga (es decir persiste en intentar convencerse de que está para dar batalla), cuando "explica" que el dolor en el hombro le impide estar presente ante la AAAJ.

Pero èl sabe que ya no.
No tiene más ganas.
Pero...¿cómo decirlo?.
¿Cómo, a mitad de camino, apenas empezada la Copa?
¿Cómo, antes de una final con River?

Entonces sigue.
Y sigue como puede.
SIN CONVICCIÓN.
Solo de verba.
Sin influir.
Sin definir.
Sin liderar.

Está.
Pero no está.

Para colmo los Macana s Brothers (Guillermo y Gustavo), no están en condiciones de ayudar.
No lo sacaron cuando debieron.
No toman decisiones que incumban a Tévez sino que es al revés. Acaba de ocurrir con el partido de Argentinos.
No mandan sobre Tévez.
Dependen más bien de èl. O de lo que Carlitos quiera (o pueda).

River solo hace una marca rigurosa y deja al uruguayito, el tal Nahitan Nández con dificultades para parar una pelota -control dicen ahora- como obligado generador de juego.
River marca bien a Boca y deja suelto a Nández.
Problema resuelto.
Los Macana s Brothers solo atinan a putear a los àrbitros.
Quedan desnudos.

Son, los Macana s Brothers y su mètodo, LO MEJOR que puede pasarle a Gallardo.
Papita pal loro dice el Muñeco...

Y Tévez, el objeto de èste texto, NO LA TOCA.

Marcaje, un arquero en serio (el primero en la era Gallardo) y los goleadores de siempre son una EXAGERACIÓN para el Boca ¿de cabotaje? de los Macana s Brothers.

Ahora se vienen Belgrano (para relajarse) y Atlètico Tucumàn (para darse una nueva e inmediata oportunidad).
Pero la verdad de la milanesa (para todos) està en la Libertadores en marcha.

Carlitos no se va a correr justamente ahora.

Pero corre el riesgo -irreversible hoy- de que el fùtbol lo deje a èl antes de dejar -con nostalgia pero en paz- el fùtbol.

Asì estàn las cosas.

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.