En términos
de “conducción táctica y estratégica” o de “manejo de grupos”, nada (pero
cuando digo nada es nada amigos), puede diferenciar para conducir al
seleccionado argentino de fútbol al actual entrenador Lionel Scaloni, alias,
“el pito y el Var nos cocinaron contra Brasil”, de todos quienes lo precedieron
y más aún, de los actuales figurones que pueblan el fútbol mundial con
pasaporte argentino. Ganando en algunos casos o cambiando mentalidades
después de un centenar de años (Pochettino o el Cholo Simeone).
Scaloni es
igual a Pochettino (estoy hablando de conducir al seleccionado).
Scaloni es
igual a Gallardo e igual al que usted tenga entre sus gustos futbolísticos.
Si Messi no
la mete perfecto en el ángulo a Alison en el Mineirao, tal como lo hizo en el
Camp Now con el brasileño atajando para el Liverpool, no es un tema que puedan
resolver Scaloni/Pochettino/Simeone o el Muñeco Gallardo, por excelentes
entrenadores que éstos sean.
No pasa por el Conductor.
Podemos
entenderlo o no. O porfiar hasta la eternidad. No hallaremos respuestas
válidas.
Argentina,
si se quiere, hizo un esfuerzo aceptable en la semifinal contra Brasil y hasta
pudo haber generado una alegría sin fin.
Pero el
travesaño contra el Kun, el palo contra Messi, Alison contra Messi, Roddy
Zambrano sacando amarillas como poseído e inclinando la cancha y el VAR usado a gusto y piaccere (y
necesidad del local), hicieron parte del asunto.
De visitante con Brasil (en Copa América armada para ellos), o ganás por KO o sos boleta. Fuimos boleta.
La otra parte, fue
completada por los contrastes.
Ellos
tuvieron a un 10 (por características) jugando de 4 (Dani Alves), Argentina
tuvo un 4 cuyo verdadero puesto es zaguero central (Foyth) y al que le faltan
no menos de 30 partidos en la selección para que podamos estar seguros de si
realmente tiene cualidades como para jugar en la selección.
La defensa
no hizo pié nunca en la Copa, excepto quizá por el lado de Tagliafico,
rápidamente amilanado por Roddy, el amarillento, apenas comenzar.
Si se vió
como posible la llegada para quedarse de un grupo de pibes que son bien de éste
tiempo, bien de Scaloni podría decirse en cuanto a depositar confianza en ellos
y mantenerlos contra eventuales “mensajes en forma de corazón” del mismísimo
Messi, (lo cual, por otro lado, no es nada grave).
Lautaro
Martínez, el Flaco De Paul o el 5 Paredes, parecen comenzar a dar la talla, al
tiempo que se diluyen, lenta pero inexorablemente, los miembros de la “vieja
guardia”.
Hemos dejado
dicho aquí que Scaloni hizo el “trabajo de limpieza” que se volvía
imprescindible.
Y sin llegar
a jugar bien, fue capaz de jugarle de igual a igual al mismísimo Brasil, al que
Argentina no puede ganarle desde hace una pila de años. 2oo6, eliminatorias,
con Román y Crespo como goleadores en el Monumental.
Por eso,
para atrás, TAMPOCO pierde en la comparación Scaloni.
¿Quieren
repasar? ¿En orden cronológico o metiendo mano en un copón y sacando papelitos
al azar?
Passarella y
el equipo zafaron gracias a Don Julio de ser “rajados” de la competencia cuando
se demostró que le habían cortado la cara (esto NO es una metáfora) a un
futbolista para lograr la desclasificación del adversario.
Una
vergüenza que el Kaiser Daniel Alberto superó cuando encabezó como presidente
de River, la ida a la “B”.
Pékerman, el
lobo con piel de cordero por el que graznan un grupo de cacatúas mediáticas,
sacó a Román cuando no tenía que sacarlo y no puso a Messi cuando tenía que
ponerlo. Y marchamos humillados con el “papelito” de Jens Lehmann en Berlín.
¿Qué más?
Le Cocó. El
inefable Basile permitió que la selección se convirtiera en un bazar en el que
algunos trabajaban para Telefé y otros para el Canal 13, gorritos incluidos. Cerrini
(un chanta que se decía preparador físico), formó parte de su cuerpo técnico de
facto y drogó a Maradona. Marchamos.
¿Algo más?.
El mismo Maradona, alias, “a la altura la tenemos que cag…a goles”, antes de
comerse 6 contra Bolivia en La Paz. Voluntarismo en estado químicamente puro.
¿Y Bielsa?
El lado B de Ricardo CAruso Lombardi.
Permítanme
detenerme aquí si son tan amables.
Belleza no
es el “tiki tiki” ni el “contragolpe ofensivo” (una de las geniales
definiciones en formato oxímoron del Bambino Veira).
Belleza es
ganar.
Si perdés,
además de la tremenda cara de bolú que te queda diría el turco Asís, el “tiki-tiki” no sirve para
nada (pregúntenle a Cappa), y el “contragolpe ofensivo” se vuelve un chiste de
televisión. Desde su orígen, el fóbal se mide por goles, no por "tenencia, posesión y belleza".
Eso es güevada del menottismo ilustrado para explicar las derrotas.
Perder con dignidad es otra de las tonteras establecidas por las momias mufas que -en modo zombie- siguen brindando entretenimiento desde la tele dueña de (casi) todo en la Argentina.
Y Argentina
no gana. Hace rato.
Ha estado
cerca, claro. En las anteriores copas América y, especialmente, aquí en Brasil
también, en el 2014.
Pero no
ocurrió. Por eso estamos en estado deliberativo del que solo se saldrá ganando.
Todo lo demás, es “juego periodístico” o juego de intereses (Ruggeri pidiendo
en vivo por tevé la cabeza de Menotti para reemplazarlo en su puesto; dos
farabutes).
Por todo lo
expresado éste bloggero outsider cree imprescindible que Scaloni siga.
Nada ni nadie
podrá mejorar la calidad de los que saltan al verde césped. Hasta que aparezcan
los reemplazantes.
Normalmente pasan más de 20 años.
Hasta Brasil, post Pelé,
lo sufrió.
Y Dios,
amigos míos, NO es argentino.