lunes, 26 de marzo de 2018

ARGENTINA SERÁ CAMPEÓN EN RUSIA. ¿DO YOU WANNA BET? (¿qué querés jugar, papá?). Publicado el MARTES 27 de MARZO en DIARIO JORNADA, DEL CHUBUT.

"El equipo es más de Messi que mío" aceptó ante el mundo el técnico argentino. Muchos se escandalizaron; a mi me pareció sencillamente fantástico. Por lo pronto, inédito y original.

El Pelado Sampaoli es de esos entrenadores que aprendieron sobre la marcha. Se hicieron entrenadores entrenando (y ganando).
Me refiero a que Sampaoli es la antítesis exacta de Maradona: cero idolatría (y por lo tanto cero protección o cero paciencia si la mano viene mal), como para presentar “chapa” de entrenador que viene “del fútbol”.
Tipo que se pone a estudiar, pero especialmente, se predispone a escuchar en la interactuación con las estrellas.

Messi es el más ostensible de los casos.

Él, Sampaoli, considera que hay que jugar con tres en el fondo: tan convencido está que en el momento más difícil de su carrera (partido contra Ecuador que pudo significar que el equipo quedara fuera de Rusia 2018), pone la cabeza en la guillotina cuando decide hacer jugar a Mascherano de líbero.
Se sabe como terminó esa parte de la historia: Dios se apiadó de él y Messi se puso el equipo al hombro en momento cúlmine.
Conclusión: de allí en adelante se juega con línea de 4 (como quiere el catalán nacido en Rosario, Argentina).
Una vez superado el trance (el último escalón camino al infierno que incluyó para éste plantel la derrota en tres finales consecutivas), lo invita a comer un asado a su casa en Barcelona (Messi a Sampaoli) y le hace una oferta que no podrá rechazar.

Sampaoli, cuya gran diferencia con Bielsa es que amaga con comer vidrio pero corre el plato, le da la derecha al crack y la línea de tres pasa a la historia. Al menos para enfrentar (y ganar) la inminente Copa del Mundo.

El equipo de Messi incluye a Romero, Mercado, Otamendi, Fazio y Rojo, Mascherano y Biglia, el Kum, el Pipita Higuaín, él (Lio) y “Fideo” Di María.
Éste es el equipo de Messi.
Con Masche de 5.

Puede incluir a Dybala (no es cierto que una frase del cordobés lo saque del plantel), a Lanzini, a Lautaro Martínez (“el Quinto Beatle”), a Banega, a los laterales de Independiente, al Mellizo y a Toto Salvio (si llegan en condiciones), etc, etc, etc.

El entrenador deberá decidir en torno a lo complementario de la lista.
Pero el quién juega en el equipo de Messi (salvo alguna lesión dios-no-lo-permita), lo decide el 10. Sampaoli consensúa.
Alguno puede decir que “acata”.

El orden de las cuestiones no altera –para éste columnista- el producto.

Imposible imaginar a Bilardo aceptando públicamente que el del 86 era más un equipo de Maradona que propio.
Quizá el hecho de dejar jirones de salud (mental y física), por parte del Narigón en aquella gesta impresionante, le otorgue derecho a pensar y sentir que era más “su” equipo que el equipo del 10.
Todos sabemos la verdad de la milanesa y no vale la pena volver sobre el asunto.

Lo importante es que el equipo de Messi llegue bien (físicamente) al campeonato.
Creo que desde el punto de vista de la fortaleza mental no hay antecedentes de grupos que hayan coqueteado con la frustración cómo éste.
Ello ha hecho del grupo un UNO indestructible. 
E invulnerable. 
La táctica y la estrategia se ponen a la cola en el orden de importancia.
Maradona, Bilardo y Cía solo tenían la “contra” del multi-medios Clarín sin derechos de televisión por ese entonces.
Menotti contó con un Decreto de la Junta Militar que prohibía –so pena de cárcel por traición a la patria- criticar a su equipo.

A Messi y su grupete, los ningunean hasta los “trolls” en sus tiempos libres.
Lenta pero rigurosamente, el equipo ha ido trabajando más en divanes que en campos de entrenamiento, la insoportable vara alta en la que ellos mismo se han colocado: saben/sabemos que ser sub-campeones es el purgatorio de los fuegos eternos.
Por éstas razones (la asimilación de sufrimiento extremo y la aceptación pública del entrenador sobre quién manda, entre otras), es que éste columnista apuesta un pleno a favor del seleccionado.
Argentina –no hay argumento ni creencia que me convenza de lo contrario- da la vuelta en Rusia.


Que así sea.

viernes, 16 de marzo de 2018

CARLOS TÉVEZ SE FUE DEL FÚTBOL HACE YA UN TIEMPO PERO TODAVÍA NO LO ACEPTA. SOLO LA INERCIA -HACIA EL DETERIORO- LO IMPULSA. GRAN TRISTEZA GRAN.

Carlos, Carlitos, fue uno de los mejores que ví.
Y probablemente el único que puede exhibir con orgullo su condición de ídolo en Ligas tan distintas y distantes como la Premier, la nuestra, la brasileña o el mismísimo Calcio.
Son pocos los que han sido figuras/ídolos/campeones, en todas esas Ligas. Debe haber, pero aquí en Argentina, forma un grupo de Uno.

Puede que su presencia física nos mueva a engaño.
Se pone la 32, juega de 9 o de falso 9 o de "enganche" o de lo que fuere.
El Apache está ahí.
Estuvo la otra noche en Mendoza.
Lo vemos.
Percibimos su presencia.

Pero la Fiera no está.

Tévez se fue cuando decidió irse a China.
En ese momento DEJÓ el fútbol profesional.
La última nafta (premiun por cierto) la gastó cuando volvió de la Juventus tras la derrota con el Real Madrid para ser campeón con Boca.

Si ustedes hacen memoria, TÉVEZ se despidió.
Eligió una nota en el campo de juego para avisar a todos que se iba.
No se iba SOLO DE BOCA.
Se ESTABA YENDO DEL FÚTBOL.
A China.
A ganar una tarasca que es casi imposible gastar en una vida.

SE FUE.
DEJÓ.
SE DESPIDIÓ.

No era la primera vez que Tévez ponía en práctica la idea de, efectivamente, mandar todo al carajo.
Ya lo hizo en 2011 cuando marrò el penal contra los uruguayos en aquella calurosa noche de Santa Fe.

Llamó a Julio Grondona y pidió que lo excusaran si no jugaba más en el seleccionado argentino de fútbol.
Pidió comprensión.
La tuvo.

Quería irse y fantaseaba con largar todo.
Luego rebobinó, bajó de peso y siguió jugando.
Hasta fue campeón con la Juve.

Era el momento de volver a Boca y gastar los últimos cartuchos.

Lo hizo.
Y con lo justo, logró el campeonato.

Entonces apareció China. La excusa perfecta para tomarse el buque embolsando 40.000.000 de dólares en dos años.

Pero no hubo caso.
No se bancó China y volvió.

Obvio que Angelici se restregó las manos pensando en un aliado -hasta en lo político para beneficio Pro- que estaba pidiendo pista para volver.

Ambos metieron la pata.

Angelici por ambición personal; el otro por no aceptar que no tiene más ganas de jugar.

Solo puede -Carlitos- amagar.
Amaga cuando le hace un gol a cualquiera que va a descender en la Bombonera.
Amaga cuando declara que en "la selección juegan hombres" ante la aparición de Lautaro.
Amaga (es decir persiste en intentar convencerse de que está para dar batalla), cuando "explica" que el dolor en el hombro le impide estar presente ante la AAAJ.

Pero èl sabe que ya no.
No tiene más ganas.
Pero...¿cómo decirlo?.
¿Cómo, a mitad de camino, apenas empezada la Copa?
¿Cómo, antes de una final con River?

Entonces sigue.
Y sigue como puede.
SIN CONVICCIÓN.
Solo de verba.
Sin influir.
Sin definir.
Sin liderar.

Está.
Pero no está.

Para colmo los Macana s Brothers (Guillermo y Gustavo), no están en condiciones de ayudar.
No lo sacaron cuando debieron.
No toman decisiones que incumban a Tévez sino que es al revés. Acaba de ocurrir con el partido de Argentinos.
No mandan sobre Tévez.
Dependen más bien de èl. O de lo que Carlitos quiera (o pueda).

River solo hace una marca rigurosa y deja al uruguayito, el tal Nahitan Nández con dificultades para parar una pelota -control dicen ahora- como obligado generador de juego.
River marca bien a Boca y deja suelto a Nández.
Problema resuelto.
Los Macana s Brothers solo atinan a putear a los àrbitros.
Quedan desnudos.

Son, los Macana s Brothers y su mètodo, LO MEJOR que puede pasarle a Gallardo.
Papita pal loro dice el Muñeco...

Y Tévez, el objeto de èste texto, NO LA TOCA.

Marcaje, un arquero en serio (el primero en la era Gallardo) y los goleadores de siempre son una EXAGERACIÓN para el Boca ¿de cabotaje? de los Macana s Brothers.

Ahora se vienen Belgrano (para relajarse) y Atlètico Tucumàn (para darse una nueva e inmediata oportunidad).
Pero la verdad de la milanesa (para todos) està en la Libertadores en marcha.

Carlitos no se va a correr justamente ahora.

Pero corre el riesgo -irreversible hoy- de que el fùtbol lo deje a èl antes de dejar -con nostalgia pero en paz- el fùtbol.

Asì estàn las cosas.

Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.

lunes, 5 de marzo de 2018

EL 5to BEATLE SE LLAMA LAUTARO MARTÍNEZ.

Quiero que quede por escrito. Tengo claro –y perdonen la redundancia- que en ocasión de la primera columnata cuando comenzamos éste ida y vuelta con los lectores de JORNADA, pedí públicamente que Lautaro Martínez, el genial (si, genial) futbolista de Lacadé, fuera el primer cambio al que eche mano el entrenador cuando comience a desandar el camino al título en Rusia 2018.
Hoy iré un poco más allá.
Déjenme decirles que veo fútbol en la cancha desde el año 1980 para los distintos laburos que tuve. Ese año el 10 de Talleres era “el rana” José Daniel Valencia; Raúl de la Cruz Chaparro la rompía en la Gloria (Instituto) y el “Pato” Gasparini sería sub campeón con el Racing de Nueva Italia frente a Central. Palma, el Negro Palma, ojalá la memoria no me traicione, llevaba el famoso número en el equipo Canalla. Si no fue ese año, fueron los siguientes. Lo que quiero decir que he visto (en la cancha) futbolistas fantásticos: hasta citaría equipos derecho viejo, no ya individualidades. Talleres de Labruna, el campeón de Bilardo Pincha Corazón temporadas 82-84 que jugaba con tres 10 y Miguelito Russo multiplicándose para marcar a troche y moche. Ponce, Sabella y Trobbiani…que lo tiró de las patas!
El rojo del Pato Pastoriza; el que ganó el título en el 94 en Japón; otro Independiente más: el de Miguelito Brindisi con Garnero y Gustavo López como “doble 10”.
En fin…no voy a hartarlos porque no alcanzan los caracteres para mencionar los muy buenos futbolistas que aparecieron y triunfaron o no a lo largo de sus carreras. Pero que nos llenaron los ojos y el cuore.
De cada club, hay en estos años, una extensa lista de “cracks”.
Diego en el 86.
Marito Kempes en el River del 81. El Marito de Instituto, antes y de Central, también antes que River.
El Ferro de Carlos Timoteo Griguol con el Beto Márcico con cara de pibe, más el yorugua Giménez y el Negro Juárez de 11…
Párenme.
Carece de sentido porque además empezarán a cruzarse los afectos (a los datos duros), y no pararemos más.
La aparición de Lautaro Martínez me reconcilia con los buenos viejos tiempos en donde no interesaba  (tanto) el negocio del fútbol. Al menos para quienes lo miramos solo con ojos de pibe.
Si empezamos a “cranear” la cuestión de la tarasca perdemos la inocencia y si nos detenemos en los traficantes de afecto que se llenan los bolsillos, mucho más aún.
Soslayemos entonces el detalle de los 25 millones de dólares que River deberá pagarle a Gallardo si es que decide echarlo por malos resultados.
No pensemos en los dos millones de dólares limpios que cobra Carlos Tévez para ver si consigue –de una buena vez- que Angelici (el hombre que la tiene más grande en el fútbol argentino), gane una Copa Libertadores.
Parece no acompañarlo la suerte al poderoso binguero Angelici. Pero esos son dos mangos aparte.
Volvamos el pibe de Racing.
Sabemos que los seleccionadores han dejado de ser entrenadores por una sencilla razón: no pueden trabajar. Entrenadores en función son todos los que hacen el día a día en sus clubes. En las selecciones, eligen entre 11 y 30 sujetos y van a una Copa del Mundo. Si dicen que laburan, nos mienten un poquito. Ven partidos, ven videos y charlan con los que –como Messi- tienen la sartén por el mango.
Laburar, aún en fútbol, es otra cosa.
Por eso Sampaoli debe tener una charla con Lautaro y consultarlo sobre si se anima a jugar de “doble cinco” adelante del grupo de “asesinos sin piedad” que deben ser el otro volante central (lo más probable es que Messi imponga a Mascherano) más una línea de cuatro que, al momento de cruzar la mitad de la cancha, reciba un disparo en la espalda.
De adelante hacia atrás: Messi, Di María, Higuáin y el Kun Agüero; Lautaro Martínez; Mascherano; Mercado, Otamendi, Fazio, Rojo y el Chiquito Romero al arco.
Es nuestra módica propuesta. Si el pibe se anima, Argentina juega y gana del primero al séptimo en Rusia.
Vaya el mensaje en una botella desde JORNADA para Sampaoli. Cero pesos, licenciado.